domingo

Las letras perdidas.

Todos tenemos en algún rincón de nuestro corazón alguna palabra que nunca hemos dicho. Todos tenemos en algún baúl, en una hoja, en un calendario una letra que se nos perdió.
Yo he tenido muchas hasta que un día decidí que era hora de juntarlas y ponerlas en orden, acomodarlas lo mejor posible y volcar mis sentimientos en esa unión.
Es así que comencé a escribir todo aquello que iba encontrando en mi camino, juntando palabras nuevas y algunas perdidas que encontré como al azar.
Este lugar es para compartir mis sentimientos, mis pensamientos, mis humores, mis amigos, la gente que quiero.
Este lugar está habitado por los duendes mágicos de la misteriosa y dulce inspiración.
Este lugar es para todos los que tienen las manos abiertas dispuestos a recibir y a dar.
Este lugar es para vos.

lunes

Amiga para siempre


Tu, amiga mía
que ves de mí más allá de mi memoria,
en qué lugar dejé mis agonías?
dónde abandoné la historia?
Díme, si es que lo sabes,
con qué crueldad ajena desdibujé el pasado.
Dónde encontrar las huellas que tanto he pisado?
Tu, amiga mía díme,
si es verdad lo que no tengo cierto,
que mis temores me arrinconan el alma,
y siento el corazón como un desierto.
Díme,
con la expresión sincera,
qué motivó esta circunsferencia abstracta
que me estrangula el sueño y me arrebata.
Dímelo, amiga, sin más peros,
sin más dudas, pero dímelo en silencio,
con una mirada desnuda,
cómo fue que me perdí en la vaguedad del tiempo,
cómo es, que lo que amé, ya no lo tengo.
Y lo más importante, amiga mía,
señálame el lugar para volver a ser la mujer
que hoy no me siento.
Dáme la mano fuertemente,
acobíjame los miedos,
dáme esa fuerza innata del afecto mas sincero,
y si es también posible dáme el aliento.
Que en mi desesperada vida, vivo sufriendo.
Que cada carcajada ahoga un tormento.
Que el llanto que me fluye, tan sólo es viento.
Tu, amiga mía siempre intuyendo,
siempre al compás de mi desacierto,
mírame de frente y házme saber que aún no he muerto.
Mírame y con una voz que no me endulce, díme cómo regreso.
Y si no puedes verme, porque involucro tus sentimientos... simplemente, y con ese don que tienes para saber lo justo en el momento, dáme el empujón que necesito, para intentar nacer de nuevo.




sábado

PARA MAMA

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Mientras te miraba no podía abstenerme de los recuerdos que me invadían, tomando tu mano tibia, imágenes pasadas inundaban mi corazón.
El balcón nocturno donde solíamos tener largas conversaciones sin sentido alguno, frases vagas, algunas inconclusas, risas contenidas por pícaros momentos, vecinos criticados por comentarios al pasar.
Y volvía a observar tu frágil cuerpo, tus ojos cerrados, ausentes, tu boca callada que no murmuraba ya ni siquiera una palabra, tu pequeñita mano indefensa, que sólo se sostenía entre las mías.
Y me enojaba, y claro que me enojaba, quería que tus ojos me mirarán, que tu boca dijera lo que sentías, que tu mano acariciara la mía.
Tu mano, esa que supo calmar mis dolores, que peinó mis cabellos con grandes moños, que se posó sobre mi frente cuando la fiebre asomaba, que me llevó por la vida enseñándome el camino de la felicidad, esa mano generosa siempre dispuesta a dar más y más.
Y una lágrima rebelde resbalaba por mi mejilla arrastrando otras más que no se podían contener.
Y seguía sosteniendo tu pequeñita mano, tan frágil, necesaria, tibia, pálida, tan llena de ternura todavía.
Y te contaba de mis desventuras y los acontecimientos cotidianos segura de que me oías y entendías lo que sucedía a tu alrededor.
Te ponía al tanto de todo aquello que sabía era de tu interés.
Y no me importaba si pensaban que estaba loca o deliraba, yo sabía que podías sentir dentro tuyo mi compañía incondicional.
Y volvía a enojarme con la vida y con la muerte.
Con el padecimiento y el dolor.
Con el cruel despojo con que la enfermedad nos acomete y nos arrebata hasta la dignidad.
Y volvía a tomar tu mano pequeñita, cada vez más pequeñita.
Y te susurre al oído tiernamente: - ya está, ya es hora de partir a descansar.
Y una lágrima volvió a recorrer mi mejilla y cayó sobre tu mano pequeñita, blanca, tierna, pálida.
Y te tomé entre mis brazos y me fundí en un abrazo para que tu corazón sintiera el mío cerca, y te acuné y te bese la frente.
Y supe entonces que habías partido, que ya nunca volveríamos al balcón a tener nuestras charlas nocturnas.
Y supe entonces que ya no volvería a tomar tu mano pequeñita, frágil, tierna.
Y me quedé con mis recuerdos en el alma.
Y me quedé con una estrella titilando.
Y me quedé sin vos,
Mamá.

jueves

BANDERA




Bandera
Domingo con palomas
En la plaza del pueblo
Que me habita la nostalgia
Y canta con el vino.

Bandera digo
Tu original sonrisa
Tan breve, necesaria,
Para que ocurra el día.

Amo de tu sonrisa
Esa lluvia en las piedras
Se árbol en el viento
Ese sólido ángel compañero.

Amo de tu sonrisa
El mundo cotidiano
Ese ancho país alado
Donde habitas un niño
Un corazón trigal,
Una colmena.

Amo de tu sonrisa
Tu bandera coraje
Con que envuelves
Mi cadáver oeste.

Has reído para que yo regrese
Aquí estoy.
Ordéname el amor.

martes

Desolación

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Estrepitosamente, como un trueno, la noticia.
Aturdida, espantada y transmutada me doy vuelta, como dando la espalda a lo desconocido, a lo que viene después del después.
Me oculto tras mi máscara de infante agonizando.
El corazón late furiosamente como queriendo estallar, diciéndome entre gritos “basta”, y yo lo escucho, y no puedo controlar la situación.
Inerte ante mí, continúa firme y con una ligera inclinación hacia adelante, esperando algo, una respuesta tal vez, una pregunta, un por qué, y nada, sigo atónita, y expectante.
No sé adonde debo huir, adonde estar, qué cambiar, si el gesto de dolor, la posición de un tiempo que me ronda.
No quiero pensamientos, no quiero estar con esa luz que se filtra curiosa por la ventana.
No quiero que la gente tenga lo que quiere, y yo no poder tener lo que quiero. Vuelvo hacia él que continúa en silencio, siguiendo mi mirada, sus ojos han cobrado un brillo especial, una lágrima ignorante de sí, le recorre el rostro. Yo avanzo sin sentido, se han apagado de repente todas las pasiones, el muro se derrumba, lo que fue mi leño, hoy es ceniza, lo que fue mi vida y a es una utopía.
Lo miro fijo, pero ausente, amaga decir algo, no lo dejo… le alcanzo su campera gris… gris como está el día interior que me asume y cierro mis ojos…
Los abro y no está, camino lento hacia el dormitorio, me recuesto en la cama que siento demasiado ancha para mi, toco su almohada, me apretujo contra ella y lloro.
Después, no sé cuando desperté, pero sentí que mi tiempo y su amor en algún lugar yacían juntos… y volví a llorar, y me volví a dormir, y no recuerdo… creo que nunca más desperté….

RETRATO DE EZEQUIEL

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Todos conocen a Ezequiel,
Vino del sol
Un día común
De viento barrilete.

Tiene un remiendo sur en la canción
Que desafina el corazón
En sus dos ojos de purrete.

Todos conocen a Ezequiel,
Vino en la sal
De un barrio triste
Hecho en madera de cajón.
Vaya a saber qué pensará
Cuando le duele el bandoneón
Que el viento toca
En las paredes.

Todos conocen a Ezequiel,
A veces juega a que es violín
En el silencio de la gente,
Al miedo gris de despertar a medianoche
Y encontrar que el cielo mira indiferente.

Mordiendo el hambre
En un rincón,
Pobre Ezequiel, meta estación,
Gastando asombros en los trenes.

Llega al anden y tiene un sol para gastar
Pero no compra el pan ni el tren,
Porque en la luz de la niñez
Le faltan cinco de gorrión,
Porque no pude irse a dormir
Con un boleto de anteayer.

Y asume al hombre en la mitad,
Se deja al niño en un lugar
Para después, que al fin será para jamás.
Porque al retrato de Ezequiel
Le faltan cinco de gorrión
Que se gastó para durar.